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NEMESIO ANTÚNEZ de Chile

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85rf0Pintor del optimismo y la alegría,  Nemesio Antúnez  se destacó por  llenar de vida su obra. También por su generosa labor para dar a conocer el trabajo de otros artistas en los cargos públicos que ejerció y a través de los  medios de comunicación.

‘A Nemesio lo conocí verde, lo conocí cuadriculado, fuimos grandes amigos cuando era azul. Cuando era amarillo, partí de viaje, lo encontré violeta y nos abrazamos en la Estación de Santiago…”, escribió Pablo Neruda de Nemesio Antúnez, a quien consideraba ”el pintor predilecto de mi país”.

 

El poeta no estaba tan lejos de la realidad porque Antúnez fue y es uno de los artistas más conocidos y respetados de Chile.  Este reconocimiento es al pintor, al grabador – fundador de instituciones artísticas como el famoso Taller 99- al ex director en dos ocasiones del Museo Nacional de Bellas Artes y conductor de uno de los pocos programas sobre artes plásticas que ha tenido la televisión chilena: Ojo con el arte. Eso, sin considerar las incursiones que tuvo en otros ámbitos de la creación como su participación en películas como ”Estado de sitio” de Costa Gavras (1972) y ”Los transplantados” de Percy Mattas (Francia, 1975).85rf1

 

 

En su largo currículo también se cuenta el haber sido Agregado Cultural de Chile en los Estados Unidos, donde dio a conocer no sólo la producción artística chilena sino la de toda Latinoamérica. En Nueva York, dirigió un programa semanal de radio e hizo hablar en éste a  artistas de toda la región como el colombiano Fernando Botero, los chilenos Roberto Matta, Claudio Arrau y su amigo, el poeta y Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda.

 

 

Antúnez era todo un personaje. De alta estatura, rostro huesudo, manos grandes y ojos profundos,  conversador afable y de sencillo trato,  llegó a ser proclamado en una ocasión como candidato a la Presidencia de la República, anécdota que en vida le gustaba recordar .  85rf6Eran los últimos meses del gobierno militar, cuando un grupo de opositores se encontró en la ciudad argentina de Mendoza y salió a la calle a expresar su opinión:  que uno de ellos, Nemesio Antúnez, tenía las condiciones de ser el primer mandatario democrático después de tan largo periodo de autoritarismo. Así, con un pedazo de globo a modo de banda presidencial, fue paseado en andas mientras el artista – haciendo gala de su otra característica, el humor-  se reía y saludaba.

 

 

Aunque nunca se concretó esta invitación, Antúnez sí estuvo a la cabeza del Museo Nacional de Bellas Artes, institución que alcanzó grandes avances durante su gestión. En el primer periodo, durante los gobiernos de Eduardo Frei y Salvador Allende, construyó la gran sala Matta y alcanzó en 1972 el abismante número de 52 exposiciones en un sólo año hasta que todo eso terminó,  cuando aconteció el golpe militar de 1973.

La segunda ocasión, en 1990, inauguró su nueva gestión con la gran exposición Museo Abierto que consistió en invitar a todos los artistas que producían en el país a exponer una obra. Se trataba de una suerte de reivindicación a todas esas firmas,  tanto consagradas como emergentes,  a las que se les negó el espacio durante el régimen militar. En el cargo permaneció durante un par de años hasta que enfermó gravemente y al tiempo falleció.

La obra de Nemesio Antúnez es inconfundible.  Artista de temas domésticos, nacionales y monotemáticos,  son característicos de su pintura y grabado  las bicicletas, los volantines, las piedras y los volcanes, los rascacielos y las multitudes. Más tarde, los tangos y sus parejas entrelazadas; las camas , que comenzó en la década de los 70 y continuó durante su autoexilio en Europa y en su regreso a Chile. La razón de este último tópico siempre la explicaba con pocas palabras: ”Si sacamos la cuenta, un tercio de nuestras vidas la hemos pasado en la cama; en ella nacimos y morimos; soñamos, hacemos el amor; nos acoge cuando estamos enfermos…Cómo no va a ser importante la cama!”.

Según el actual director del Museo Nacional de Bellas Artes Milan Ivelic, Nemesio Antúnez fue un estético del optimismo y de ahí sus volantines y bicicletas, pero también pasó épocas dolorosas que se reflejaron en  su obra. ”Durante años, desde su autoexilio, su obra se ensombreció, sus colores se apagaron, la pincelada se agitó y al revés de antaño, cuando los colores ingresaban en sus más altos timbres, dispuestos en sus más altos planos de color, ahora la paleta se redujo a los grises y negros, a los azules profundos, a los volantines que caían en picada. Su dolor era el dolor de muchos”, comentó Ivelic en el libro de Patricia Verdugo, ”Conversaciones con Nemesio Antúnez”.

Fue en esa publicación que el artista,  que durante años sacrificó su pasión por su pintura para dar a conocer la obra de otros creadores,  explicó que su obra era autobiográfica ya que no se puede pintar el cielo si no se tiene los pies bien puestos en el suelo: ”Tenemos que partir de una realidad y de una emoción vivida, y permanecer en ellas. Después el cuadro exterioriza esa emoción. Ese es el objetivo del artista. En cada tela tiene una vida nueva, una aventura en la que va obteniendo una integración mayor. Así se integra la vida o la muerte” .

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