Con “Amelia Peláez, una mirada retrospectiva“, exposición de una de las grandes figuras del arte cubano, comienza el Museo Nacional de Bellas Artes el 2011 por todo lo alto. Moraima Clavijo, directora de la institución, informó que el año anterior cerró con más de 100 mil visitantes y dos muestras de excepción como fueron “Todas las esculturas de Degas” y “Arte Contemporáneo Chino”.
El 115 aniversario del natalicio de Amelia Peláez se recordará desde el cuatro de febrero con la exhibición de 40 de sus pinturas y dibujos, algunos muy poco conocidos y que abarcan desde 1926 hasta 1966, un año antes de su deceso.
Roberto Cobas, curador de la muestra, recordó que la gran artista cumplió su primer centenario este cinco de enero y hace unos tres lustros no se exhiben en Cuba sus obras.
Explicó que este conjunto retrospectivo incluye su incursión pionera en el arte contemporáneo a partir de su estancia en París en los años 20, las piezas de transición entre una etapa y otra y las grandes obras maestras de los 40, 50 y 60.
El público podrá disfrutar del recurrente tema de las naturalezas muertas en interiores coloniales, a los que después incluyó figuras femeninas y de frutas tropicales.
Amelia no es sólo una imagen icónica de la cubanía por sus dibujos y pinturas, sino también por sus hermosas cerámicas que comenzó a hacer en los años 50 hasta 1962 y por su obra muralística, cuyo ejemplo más conocido es la impactante imagen en diversos tonos de azules que adorna la fachada del Hotel Habana Libre, en la capitalina Rampa.
Nacida en Yaguajay, en la actual provincia de Sancti Spíritus, Amelia se creó un lugar muy especial en las filas de la primera vanguardia del arte cubano del siglo XX y después enriqueció esa impronta inicial con un sostenido y cualificado quehacer que la convierte en uno de los componentes esenciales de la espiritualidad de su pueblo.