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PABLO ZELAYA SIERRA, el padre de la plástica contemporánea hondureña

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73rf0A pesar de vivir poco fue autor de una obra sólida que muchos encontraron estilísticamente parecida a la de otros grandes del arte latinoamericano, como la del mexicano Diego Rivera y la del brasileño Cándido Portinari. 

Texto: Pablo Zelaya Sierra , considerado el padre de la plástica contemporánea de Honduras, alcanzó ese tan honorífico título a pesar de vivir menos de cuatro décadas y sólo algunos pocos años en su país. Suma a sus méritos el haber nacido en un hogar pobre y haber logrado,  a punta de becas,  salir adelante con su vocación y sueños.

 

Nació en el Ojojona el 30 de octubre de 1896 en una Honduras convulsionada por problemas sociales. Se graduó de maestro de instrucción primaria y luego se trasladó a Costa Rica donde integró la Escuela Nacional de Bellas Artes. En los años 20 partió a Madrid, durante el reinado de Alfonso XIII, para estudiar en la prestigiosa Academia de San Fernando. Permaneció más de una década en la capital española y decidió regresar a Tegucigalpa, donde falleció un año más tarde, en marzo de 1933. Esos fueron los pocos hitos de la vida de este pintor con cuyo nombre se bautizó al máximo premio de artes plásticas de Honduras.73rf1

 

 

¿Qué hizo a este joven artista inmortal? Su gran sensibilidad y la solidez de su obra que muchos encontraron estilísticamente parecida a la de otros grandes del arte latinoamericano como la del mexicano Diego Rivera y la del brasileño Cándido Portinari. Por algo, sus pinturas no pasaron inadvertidas en Madrid, donde llegó a exhibirlas en el Ateneo de la ciudad. Los que las vieron decían que, en el Viejo Mundo, sus trabajos denotaban una actitud individual e introspectiva. Justamente uno de sus últimos y más famosos cuadros es Hermanos contra Hermanos, que denuncia lo que el hombre le hace a sus semejantes en la guerra civil. Se trata de un cuadro conmovedor, terrible y violento.

 

Honduras en cambio, no fue tan acogedora con Pablo Zelaya. Cuando el artista quiso estimular el ambiente artístico local con la creación de una Escuela de Bellas Artes,  su idea no tuvo ni eco ni apoyo. a pesar de que se trataba de una idea necesaria ya que en esos años el país estaba muy rezagado en relación a los otros países centroamericanos, en lo que arte se refiere.

73rf2Zelaya quería contribuir en la educación artística aportando con los conocimientos y experiencias que había adquirido en Europa pero encontró, además de desorden político, apatía y –  aún peor-  una deficiente atención médica que a la larga le costó la vida.

Quienes lo conocieron dicen que era bue mozo, expresivo y poseedor de una mirada melancólica. A esas características hay que sumarles las de un artista algo introvertido y desadaptado, quizá porque no fue comprendido ni reconocido sino hasta dos años después de su muerte, cuando,  en 1935,  se le realizó un sentido homenaje en su país.73rf3

Aún así, hay de los que piensan que deben pasar todavía muchos años para que se llegue a comprender y reconocer la contribución de este artista en las artes nacionales y asimilar su accidentada vida. Al fallecer fueron sus colegas españoles los que aconsejaron al presidente de la época, Tiburcio Carías Andino, que el gobierno adquiriese toda la obra trasladada por Zelaya a Honduras para evitar que ésta se dispersara y decretar una pensión para la viuda y el hijo que quedaron en Madrid. Así, Honduras posee parte de esa obra tan importante que recuerda a uno de sus pintores más fundamentales.

Pablo Zelaya está enterrado en el Cementerio General de Tegucigalpa en una tumba que permaneció por mucho tiempo en el olvido. Para perpetuar su memoria, la Fundación para el Museo del Hombre Hondureño mandó a esculpir un busto para que las 73rf4generaciones actuales y las futuras recuerden a este hombre que dio tanto por el arte de su país.

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