A pesar de vivir poco fue autor de una obra sólida que muchos encontraron estilísticamente parecida a la de otros grandes del arte latinoamericano, como la del mexicano Diego Rivera y la del brasileño Cándido Portinari.
Texto: Pablo Zelaya Sierra , considerado el padre de la plástica contemporánea de Honduras, alcanzó ese tan honorífico título a pesar de vivir menos de cuatro décadas y sólo algunos pocos años en su país. Suma a sus méritos el haber nacido en un hogar pobre y haber logrado, a punta de becas, salir adelante con su vocación y sueños.

Honduras en cambio, no fue tan acogedora con Pablo Zelaya. Cuando el artista quiso estimular el ambiente artístico local con la creación de una Escuela de Bellas Artes, su idea no tuvo ni eco ni apoyo. a pesar de que se trataba de una idea necesaria ya que en esos años el país estaba muy rezagado en relación a los otros países centroamericanos, en lo que arte se refiere.
Zelaya quería contribuir en la educación artística aportando con los conocimientos y experiencias que había adquirido en Europa pero encontró, además de desorden político, apatía y – aún peor- una deficiente atención médica que a la larga le costó la vida.
Quienes lo conocieron dicen que era bue mozo, expresivo y poseedor de una mirada melancólica. A esas características hay que sumarles las de un artista algo introvertido y desadaptado, quizá porque no fue comprendido ni reconocido sino hasta dos años después de su muerte, cuando, en 1935, se le realizó un sentido homenaje en su país.
Aún así, hay de los que piensan que deben pasar todavía muchos años para que se llegue a comprender y reconocer la contribución de este artista en las artes nacionales y asimilar su accidentada vida. Al fallecer fueron sus colegas españoles los que aconsejaron al presidente de la época, Tiburcio Carías Andino, que el gobierno adquiriese toda la obra trasladada por Zelaya a Honduras para evitar que ésta se dispersara y decretar una pensión para la viuda y el hijo que quedaron en Madrid. Así, Honduras posee parte de esa obra tan importante que recuerda a uno de sus pintores más fundamentales.
