En Latinoamérica, la acuarela ha tenido muchos cultores aunque no siempre la técnica ha sido valorada. Para que tenga el sitial que se merece se han creado en todo el continente instituciones y actividades que la valorizan y existen artistas que la cultivan y que aseguran que la acuarela es una técnica difícil porque no tolera el más mínimo error. Cualquier duda con el pincel o cualquier traspié o mancha mal colocada sella de inmediato el destino de la obra en ejecución y la manda inexorablemente al tarro de la basura. Por ello,los ejecutantes deben ser hábiles, seguros y pacientes.
Así es la poco piadosa acuarela y así lo ha sido desde sus comienzos, los que contrariamente a las transparencias que la caracterizan, se encuentran en una verdadera nebulosa. Los historiadores dicen que ya los egipcios empleaban pigmentos solubles en agua para ilustrar los rollos de papiro y que luego, desde la Edad Media al Renacimiento, se iluminaban miniaturas en los monasterios y abadías. Nada de eso se ha confirmado.
Lo que sí se tiene claro es que Alberto Durero, Paul Sandby, Constable y John Crokme son algunos de los precursores de este técnica que se basa en pigmentos muy finamente molidos y aglutinados en goma arábica, los que se disuelven fácilmente en agua y se adhieren al papel. También la cultivaron maestros de la talla de Leonardo da Vinci, Miguel Angel y Rafael y algunos flamencos del siglo XVII, quienes realizaban con plumas bellos trabajos coloreados con aguadas.